2. ALCANZADA POR UN RAYO: SÍNTOMAS

Era cerca a las 10:00p.m del 8 de Junio de 2010 cuando, haciendo un trabajo universitario, la odisea comenzó. Durante el transcurso de ese día me sentí un poco más cansada que lo habitual; sin embargo, ello difícilmente pudo haberse calificado como un prólogo para lo que horas después aconteció. Hay una frase poco específica, en cualquier otro contexto, que resulta apropiada por graficar la transición experimentada: <<Esa noche todo estuvo bien… hasta que dejó de estarlo>>.

Fotografía de Steve Bloom

La punzada sobrevino en un parpadeo como estocada mortal que me partió el cráneo por la mitad, lacerante, más avasallante que la peor migraña imaginable debido a la concentración de su fulminante intensidad. Los dolores de cabeza nunca fueron una novedad en mi vida ya que desde la pubertad sufrí jaquecas que iban y venían sin generar mayores complicaciones, logrando incluso acostumbrarme a esa clase de padecimiento transitorio que ayudó a distinguir la anormalidad cernirse.

Los especialistas en salud han identificado, tras años de estudios científicos y experiencia práctica, una serie de síntomas característicos de los ACV cuya jerarquización depende en gran medida del profesional que expone el tema. La página web Freemd+, desarrollada por el Dr. Stephen Schueler como réplica computarizada de una consulta médica que busca educar en salud, recopila muchos de los síntomas formando un  completo listado subdividido en función a la frecuencia con la cual se manifiestan. Entre los más comunes, por ejemplo, se encontrarían:

(1)Problemas para comprender lo que otros dicen, hablar o tragar.

(2)Adormecimiento/Debilidad repentina en el rostro, brazo, mano o pierna (unilateral).

(3)Ahogo.

(4)Salivación excesiva.

(5)Dificultad para mantener el equilibrio, coordinación o caminar.

(6)Pérdida de vista o visión doble.

(7)Dolor de cabeza súbito y severo.

               

                     Spot de la Asociación Neurológica Argentina

Por otro lado, es vital recordar que también se identifican algunos “menos habituales” cuyo conocimiento contribuye a tomar decisiones más acertadas en momentos de crisis y la tendencia a que las alteraciones se presenten en un único lado del cuerpo. Aquellos son:

(1)  Hormigueo en un brazo, rostro, mano o pierna (unilateral).

(2)  Sentido del olfato alterado

(3)  Mareo

(4)  Sueño excesivo.

(5)  Alucinaciones

(6)  Pérdida de memoria

(7)  Vómitos

(9) Confusión

(10) Debilidad generalizada

Cuando el dolor se hizo insoportable me forzó a buscar ayuda y, así, terminé siendo llevada por mis padres a la clínica más cercana. Allí me ofrecieron calmantes y diagnosticaron migraña tras un chequeo demasiado superficial. Gran parte del problema para la detección de lo que estuvo ocurriendo en mi cuerpo fue que la mayoría de síntomas diferenciadores no se habían presentado y, los que sí, resultaron poco orientadores.

 No conservo recuerdos de ese periodo oscuro salvo vagas ráfagas de memoria. Mis padres relatan que, regresando de emergencias, fui a dormir y no desperté hasta la noche siguiente. Al ser informada de mi ausencia a clases, aparentemente, intenté retomar el informe que había dejado pendiente para terminarlo a tiempo. Cada vez que pienso en ese segundo día logro formar la imagen de una pantalla de ordenador en la cual me resultó imposible distinguir las letras.

Fuente: Getty Images

Entonces, alarmada, me vi en la necesidad de avisar a mis padres sobre el nuevo malestar y, esta vez, fui trasladada hasta un hospital ambulatorio donde, a su insistencia, me practicaron una Tomografía (TAC) que expuso con brutalidad el potencialmente catastrófico resultado que temieron: había sangre. Ellos actuaron en base al presentimiento de lo que el libro Neurología de Carlos Uribe, Abraham Arana y Pablo Lorenzana precisa en relación al examen físico ante la sospecha de un ACV: “la evaluación de la respuesta pupilar a la luz, el fondo de ojo y la rigidez nucal pueden guiar a la sospecha de una hemorragia intracraneana. Otros aspectos (…) podrían ayudar a establecer la causa (…) pero ninguno es concluyente, por tanto, es mandatorio realizar una TAC cerebral”.

Fuente: Getty Images

Dolor de cabeza, confusión, sueño excesivo, visión borrosa y pérdida de memoria fueron en mi caso las únicas pistas, que tal vez muchos de ustedes –al igual que los primeros médicos que me examinaron–  hubieran confundido con cualquier otra afección. La moraleja es que muchas veces la respuesta de nuestro cuerpo no es coherente con aquello redactado en los libros de texto. Debemos estar enterados en lugar de limitarnos a confiar en el criterio ajeno si este va en contra de lo que nuestro sentido común nos grita a voces, porque incluso los especialistas pueden equivocarse.